Del neuromarketing a la “neurochorrada”

neuromarketing

Del neuromarketing a la “neurochorrada”
TRIBUNA DE OPINIÓN

El avance de las neurociencias ha hecho que diversos sectores, como la economía o el marketing, busquen desarrollar estrategias y herramientas en base a los hallazgos que se suceden en este campo. Las marcas y los establecimientos tratan de estimular los sentidos del consumidor para provocar reacciones neurológicas, físicas y químicas, con las que inducir en él un determinado comportamiento a la vista de las prometedoras expectativas de las neurociencias, o utilizar estos nuevos conocimientos como argumento de venta. La industria alimentaria ya ha colocado en los lineales “neurobebidas”… Pero lo cierto es que se trata de estudios que solo pueden arrojar parcialidades, evidencias importantes pero pequeñas, porque todavía no sabemos qué ocurre simultáneamente en todo el cerebro ante un estímulo. Lo que sí está claro es que la tecnología es, cada vez más, un sólido apoyo para conocer al consumidor y estudiar su comportamiento, con el fin de segmentar y personalizar con mayor precisión; lo último, los sistemas de detección facial, que además de aportar información demográfica, analizan las expresiones –en busca de emociones– o el itinerario de la mirada del comprador –para determinar qué es relevante para él–. Porque no todo es verdad, pero no todo es mentira. La clave es el rigor. Y por lo que respecta a intervenir a conveniencia en el comportamiento o en las emociones humanas desde la neurociencia, tal vez lleguemos, pero ahora toca una larga estancia preparando lo que ha de ser el campamento base, para que próximas generaciones de científicos inicien, y ojalá completen, esta épica ascensión, en cuya cúspide se halla, nada menos que, el mapa del cerebro. Mónica Daluz / pdf

La primera pregunta

La primera pregunta
OPINIÓN

El arqueólogo halla, y luego estudia su hallazgo asistido por múltiples disciplinas. El científico difícilmente se da de bruces con un nuevo eslabón de la cadena de la ciencia; para encontrar, debe tener una buena hipótesis al respecto. En fin, lo que se llama hacer la pregunta correcta.
“La calidad de nuestras vidas la determina la calidad de nuestro pensamiento. La calidad de nuestro pensamiento, a su vez, la determina la calidad de nuestras preguntas, ya que las preguntas son la maquinaria, la fuerza que impulsa el pensamiento. Sin las preguntas, no tenemos sobre qué pensar”, se cita en El arte de formular preguntas esenciales, editado por Foundation for Critical Thinking. Pues como en ciencia, la sociedad debería hacerse algunas preguntas correctas. El primero de nosotros, los humanos, se preguntó porqué: porqué había noche y día, porqué llovía o porqué tenía dolor de barriga. La curiosidad y la imaginación en un mundo donde todo estaba por inventar y descubrir, hicieron el resto. Las reacciones bioquímicas que se producen al aprender algo nuevo dan lugar a sustancias (neurotransmisores) generadoras de placer. Así que dimos rienda suelta a nuestro entusiasmo creativo, seguramente sin preguntarnos hacia dónde.
Dotados a estas alturas de extraordinarias tecnologías a las que vamos traspasando algunas de nuestras tareas cerebrales habituales en virtud de una mayor comodidad y efectividad, algunos estudios nos ponen sobre alerta. Esta ‘externalización’ de tareas, y dada la economía de recursos que rige nuestro funcionamiento biológico, puede comprometer la capacidad cerebral de aprender, en tanto que disminuye algunas capacidades como la atención, la concentración, la memoria o el pensamiento profundo, la reflexión. La mismísima y aparentemente infinita red de redes, nos propone paradójicamente un mundo menguado y menguante; pequeños universos hechos a medida de nuestros supuestos intereses según los cálculos de un algoritmo claramente imperfecto y para el cual no somos más que un target al que persuadir. En este contexto, también se establecerán nuevas conexiones neuronales que modificarán la estructura cerebral a través de los nuevos requerimientos que conlleva el uso de las tecnologías. La cuestión es que podemos intervenir en la evolución de nuestras funciones cerebrales y, de algún modo, elegir cómo queremos ser. ¿Qué hábitos compensatorios introducimos para mantener intactas nuestras conexiones neuronales mientras desarrollamos otras nuevas?, podría ser la pregunta. Urge una nueva escuela que aplique los avances de las neurociencias y dote al sistema educativo de un componente científico del aprendizaje; éste podría ser un punto de partida. Mónica Daluz /
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Generación 3.0 Nuevas prácticas, nuevos líderes

Generación 3.0 Nuevas prácticas, nuevos líderes
OPINIÓN

Abordamos aquí la irrupción de las nuevas generaciones en las organizaciones desde el punto de vista de la psicología social, que nos revela que nuevos líderes son requeridos y que se gesta una nueva arquitectura organizativa en la que los responsables del capital humano se erigirán en protagonistas de una transición imprescindible: de la organización jerárquica a la democratización de un modelo reticular. Porque urge gestionar óptimamente la nueva moneda de cambio: el talento.
A
terrizan en la organización impetuosos y desacomplejados. La naturalidad es su talante y, por supuesto, esperan encontrar tras la puerta del despacho del jefe a un tipo en vaqueros y deportivas a lo Zuckerberg a quien tratar de igual a igual. Son nativos digitales, individualistas e impacientes, nacieron en la década de los 80 y los llaman “generación Y”. Estos jóvenes, menos familiarizados con las estructuras jerárquicas que sus predecesores, demandan autonomía en sus opiniones y en sus formas de actuar y dan prioridad a su esfera personal. 
El caso es que en el despacho del jefe les espera un cuarentón trajeado que se muestra sorprendido e irritado por lo que se le antojan actitudes irreverentes e indisciplinadas, aunque es probable que ambos coincidan esa misma noche en un concierto de rock. La “generación X”, constituida por los nacidos entre 1965 y finales de los 70, ocupa hoy los puestos de mando de las empresas, y en sus miembros están focalizadas las estrategias de fidelización. Pero es precisamente a esa generación de líderes a quien corresponde gestionar adecuadamente los nuevos talentos y formar a los líderes del mañana. Los Xs están abocados a lidiar con una generación con la que tienen mucho en común, como la capacidad de polivalencia, o la búsqueda de equilibrio entre trabajo y vida personal. Pero el choque generacional es un hecho; son distintos en su visión de la vida, en su actitud ante la autoridad, en el concepto de liderazgo o en el espíritu con el que trabajan. Las organizaciones deberán adaptar sus políticas y prácticas de RRHH a los valores y motivaciones particulares de estos recién llegados con el objetivo de retener su talento, alineando estructuras, procedimientos y comportamientos directivos a las necesidades y expectativas de sus empleados pertenecientes a esta generación. Mónica Daluz /
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Doble identidad

Opinión. Tecnología
OPINIÓN
TECNORRELATO

CAPÍTULO I. DURMIENDO CON TU ENEMIGO 
Ronda los sesenta, pero conserva todo el cabello y parte de su atractivo de otro tiempo. Su voz, profunda y algo desgarrada, desentona con la dulce expresión de su semblante y su pose franca y tranquila. El doctor Mut estudiaba un expediente a través de la pantalla de su PC ultraportátil, queriendo la casualidad, y la perseverancia del hombre para con cada uno de sus casos -antes se les llamaba pacientes-, que examinara de nuevo el documento horas más tarde. Mut, jefe de planta de un prestigioso hospital de su ciudad natal, Filadelfia, en el estado de Pensilvania, recuerda perfectamente que en la primera revisión aquel informe contenía más antecedentes y referencias, así que derivó el misterio al equipo informático de la empresa para que solventara lo antes posible un incidente, aparentemente, anecdótico. 
Después se supo que un ex empleado, en vista de los hechos, cuando menos, descontento, dejó antes de marcharse un regalo en forma de programa informático que eliminaba información a pequeñas dosis y de manera aleatoria en el tiempo y en los distintos campos de la base de datos general. Aquello fue más que una fastidiosa pataleta y vino a causar tratamientos inadecuados, algunos de ellos con fatal desenlace. No contento con el salpicado de supresiones, el quejoso ex empleado se hizo con toda suerte de bases de datos sobre pacientes y trabajadores del hospital en su minúscula memoria USB, para después colgarlas en un programa P2P. Un par de décadas atrás hubiera sido impensable que alguien se llevara a casa toda esa información; imposible imprimir aquellos listados infinitos y cargarlos a lo largo de los pasillos y ascensores hasta la salida sin levantar sospechas. Y, mucho menos, sacarlos a la luz pública en un plis plas. 
Sin ir más lejos, aquí, en nuestro país, hace tan sólo unas semanas se ha producido la primera sanción a una empresa por filtración de datos de sus trabajadores a través de Emule. La Agencia de Protección de Datos ha condenado al sindicato Comisiones Obreras a pagar una multa de 6.000 euros por revelar datos de unos 60.000 asistentes a diversos cursos de formación porque un trabajador instaló en un ordenador del centro el programa para compartir archivos a través de internet, Emule. Los ficheros expuestos eran dos bases de datos sobre los funcionarios que habían recibido del sindicato cursos de formación a distancia, y en ellos constaban datos personales como DNI, domicilio, puesto de trabajo, centro, teléfono, formación académica, antigüedad en el puesto y departamento, además de otras anotaciones sobre la situación personal de los trabajadores. Mónica Daluz / pdf 

Editorial. La cultura del snack. Una noche en Nueva York

Editorial. La cultura del snack. Una noche en Nueva York
EDITORIAL

Allí, frente al televisor de mi habitación de hotel, tras perder el cara o cruz que decidía si esa noche hacía de canguro de mi propia hija o me arrellanaba en una butaca de un teatro de Broadway, me dispuse, con resignación, a disfrutar de una noche televisiva. Nada del otro mundo: Noticias; concursos; pressing-catch -sobre todo pressing-catch-; series de policías; tertulias rosas; películas -más bien pocas-; realities; telenovelas sudamericanas, y una india; emisoras árabes; más realities, Bush bromeando en una conferencia de prensa…, y así hasta casi cuarenta canales. Dos horas largas pasé cara a cara con aquel aparato que disparaba sin cesar contenidos que se entrecortaban con asombrosa frecuencia para las cuñas publicitarias.
La puerta se abrió. Daba gusto ver las caras de satisfacción de los afortunados que habían disfrutado de una noche en la ópera… de principio a fin, tan sólo interrumpida por un escueto entreacto. Padre e hija, la primogénita, me contaron emocionados el argumento de cabo a rabo, sobre un fantasma enamorado que habitaba en un teatro mientras amaba en secreto a la primera figura. Yo, sin embargo, no conseguí explicar nada con exactitud; aún ahora recuerdo aquella noche como un puzle de imágenes inconexas.
Más allá de mi incapacidad para controlar el frenético ataque de zapeo que me sobrevino, convendrán ustedes conmigo en que el estrepitoso fracaso de la noche en cuestión tuvo mucho que ver con el exceso de oferta audiovisual y el proceso de fragmentación del discurso cultural, que no invitan, precisamente, a la calma y a la reflexión.
En EE.UU. ya lo han bautizado; lo llaman cultura del snack, y con tal expresión se hace referencia a ese picoteo permanente de cultura en pequeños trozos, al consumo de ocio digital por piezas en cualquier momento y lugar. Un vídeo de YouTube en la oficina, una canción comprimida en el autobús, un post desde la PDA en la cola de Hacienda…
El hipertexto cambió el panorama por completo; con él llegó la avalancha, con él nos hemos acostumbrado a perdemos saltando de site en site hasta el infinito y más allá. Las herramientas de la nueva red, de nombre 2.0, indexan, organizan y relacionan el territorio virtual tratando de optimizar la gestión de la información, pero el cibermundo sigue siendo tan grande, y cada vez lo será más -que así sea-, que estamos abocados inexorablemente a la parcelación, al retal, a la flash-información.
Los formatos mini y micro se apoderan del escenario del ocio y la cultura. Los telediarios han cambiado su estructura, yendo poco más allá del titular, y periódicos y revistas -también la nuestra- se encogen para adaptarse a la movilidad y participar de ese universo de pequeños bocados de consumo instantáneo. Lo último en píldoras de entretenimiento son los capítulos de series de los 70, como Los Ángeles de Charlie o Starsky y Hutch, comprimidos en cinco minutos de duración; la idea de los miniepisodios es de Sony Pictures Television con el site The Minisode Network, que ha articulado a través de la plataforma MySpace.
A este panorama se añade la cultura de la remezcla llegada con la web 2.0, un universo a base de patchwork al que debemos adaptarnos y del que debemos extraer lo mejor. Podemos hacer de la era del tentempié, la era de lo esencial; de lo bueno y breve al mismo tiempo. Y aunque parezca lógico pensar que esta tendencia acelerada hacia la fragmentación del mensaje, así como la progresiva dificultad para atender al discurso articulado puede conducirnos a la superficialidad y a la dispersión, no debemos obviar que en la era del post y del alfabeto SMS, los bloggers, y bloggers somos todos, también se reúnen para reflexionar en torno a infinidad de temas diversos, lo que demuestra la compatibilidad de ambos modos de conocimiento.
En cualquier caso se acabó el discurso unidireccional y monodireccional. Hoy el discurso es de todos y para todos, y el consumidor de contenidos ha pasado a ser también generador de los mismos; cualquiera puede tener su propia audiencia y el discurso oficial debe convivir con el marginal, que cada vez tiene más credibilidad.
Cultura a relámpagos y reflexión serena forman parte de un mismo universo. Y es por eso que en nuestro medio hemos optado por combinar ambos ingredientes: mitad snack, porque cualquier información puede darse, con brevedad y concisión, en unas pocas líneas; y mitad reflexión, porque hay que adaptarse a las tendencias pero no a costa de convertirse en una patata frita… Mónica Daluz / pdf

Editorial. El imperio del bit. Efecto sinérgico

Editorial El imperio del bit
EDITORIAL

¿Se acuerdan de cuando a los comerciantes de los 80 se les ocurrió que en lugar de abrir su tienda donde no tuvieran competencia en kilómetros a la redonda, lo mejor sería colocarse junto a ella generándose así un “efecto llamada” que dio lugar al nacimiento de las zonas comerciales, bien urbanas o extrarradiales? ¿O de aquel dicho: “dinero llama a dinero”? Algo parecido está ocurriendo en la era digital. Parece ser que “bit llama a bit”.
El vídeo no acaba con la estrella de la radio, sino que la reinventa y le saca el mayor partido.
Lo hemos visto en Sonimagfoto. Teóricos de la comunicación audiovisual y puristas reaccionarios se lamentan de que la digitalización de la fotografía hace que ésta pierda su valor testimonial como documento porque en cualquier catástrofe o momento noticiable hay alguien que saca su cámara, o simplemente su móvil, del bolsillo. ¿Y eso es malo?, me pregunto. En algunos de estos sectores se afirma que la participación masiva de aficionados en la producción de contenidos causará un empobrecimiento de los mismos que amenaza con llegar a los medios de comunicación.
¿Desde cuándo la democratización en el uso de las tecnologías y la participación ciudadana en la construcción social son perniciosas? Como mucho, tal vez la imagen ha perdido cierta credibilidad, pues siempre te asalta lo que yo llamo “la duda del Photoshop”. Pero los vaivenes son para la industria: el negocio del revelado se ha ido a pique, los canales de distribución han variado y el precio medio de las cámaras fotográficas ha descendido considerablemente. En cualquier caso, lo cierto es que hoy tomamos más imágenes que nunca y tienen cámara más personas que nunca. Conclusión: gana la fotografía.
Tomemos otro ejemplo: la música digital. Que las notas en código binario transformarán el negocio de la música es una opinión unánime, pero contrariamente a lo que aseguran los distintos actores de la industria musical, no acabarán con la música. Los nuevos sistemas de distribución, de fácil acceso y bajo coste, están provocando una caída de las ventas de CD pero han conseguido que más personas escuchen música y que éstas escuchen más música de lo que lo hacían cuando para ello debían comprar un CD original. Conclusión: gana la música.
En el cine ocurre lo mismo desde hace tiempo; la llegada del vídeo, analógico primero y en DVD después, y más recientemente de las pantallas planas cada vez de mayores pulgadas, así como de los sofisticados sistemas de home cinema, han ido socavando el negocio de las salas de cine. Con la irrupción del P2P y el progresivo incremento del ancho de banda, además del crecimiento que han experimentado los canales de televisión de pago, el negocio de los videoclubs también ha venido a menos; hasta la programación televisiva ha relegado el film de la parrilla: ¿para qué si podemos elegir la película, además de cuándo verla? Pero el cine no está en crisis. La premisa se cumple de nuevo: gana el cine.
Y es que ninguna industria es inmune al “síndrome del bit”, en fin a la realidad tecnológica que vive el mundo. Podríamos hablar también de la televisión. Pero es que la tele y el asunto de las frecuencias, del apagón analógico y, sobre todo, de la alta definición y sucedáneos, es punto y aparte y merece capítulo especial. Próximamente…/ pdf

Editorial. Reivindico lo simple

Editorial Reivindico lo simple
EDITORIAL 

Imagínese. Es sábado por la tarde y se encuentra paseando tranquilamente –es un decir– por un centro comercial. Como lleva usted el bluetooth de su móvil conectado, los establecimientos circundantes le envían todo tipo de información sobre las ofertas que va a encontrar en el interior de cada uno de ellos, le ofrecen también la posibilidad de descargarse la sintonía corporativa de la marca más cool del lineal y además, como quieren que usted sea un “elemento activo”, tal vez para asegurarse de que hay alguien al otro lado después del dineral que han invertido en la implementación de tan novedosa tecnología, le invitan a contestar un par de preguntas a cambio de entrar en un sorteo. ¿Qué haría usted ante tal bombardeo de información, sugerencias, descargas e invitaciones…? Supongo que lo mismo que yo: desconectar su terminal.
Acaba de celebrarse en Barcelona la cuarta edición del Internet Global Congress. Allí se da cita todos los años un tupido racimo de enamorados de las nuevas tecnologías, tecnooptimistas a los que les encanta fabular sobre el futuro. Están tan entusiasmados con sus investigaciones y/o negocios, que con cada tecnología que despunta vaticinan un antes y un después en la sociedad y entran en un verdadero estado de éxtasis al describir toda suerte de situaciones y posibilidades de uso, la mayoría francamente curiosas, insólitas y hasta extravagantes, para demostrar la trascendencia de cada una de ellas, juntas o por separado, para el progreso de la humanidad…
Les pondré un par de ejemplos: el grupo de los que venían con la televisión móvil bajo el brazo explicaba con fervor cómo en poco tiempo la imagen de usuarios sentados cómodamente en el aeropuerto esperando su vuelo mientras ven una película en su móvil será algo habitual. Pero, ¿de veras alguien piensa que el común de los mortales se tirará dos horas mirando una pantalla de dos pulgadas y pico para ver una película de la que puede disfrutar en cualquier otro momento en el home cinema de su salón?
También oí decir que el móvil evolucionaría hacia un concepto de “mando a distancia integral”, erigiéndose en gestor de contenidos del PC y a través del cual podremos mover nuestros archivos de aquí para allá. “Por ejemplo –decían–, mientras esperas el autobús, te conectarás a través del móvil con el PC de tu casa, al que previamente habrás instalado la correspondiente tarjeta de comunicación, y le ordenarás que mande las fotos de tu último viaje a la máquina de tu cuñado con el que has quedado esa noche para cenar…” ¿No les parece demasiado rebuscado? Seamos realistas, quienes están en ese estadio de utilización de la tecnología tienen sus fotos colgadas en un álbum de internet. Por cierto, dado que la originalidad de los ejemplos de momentos de uso de la comunicación móvil brilla por su ausencia y éstos hacen exclusiva y reiterada referencia a los tiempos de espera de transportes públicos y privados, se me ocurre una pregunta tonta: ¿debemos deducir que la optimización de la puntualidad de los transportes acabará con la televisión móvil o con ese supuesto mando a distancia integral de nuestra vida digital?
Hablando en serio, se trata de aprender a separar el trigo de la paja y de desechar sin contemplaciones aquello que no aporte verdadero valor, esto es, que facilite y simplifique la comunicación entre las personas –o entre las personas y las máquinas, o de las máquinas entre ellas…– porque la gama de posibilidades que se abre en el horizonte es prácticamente infinita, y que algo sea posible no quiere decir que llevado a la práctica sea útil. Así que, en la era de la elección permanente, no sólo es un reto para el consumidor escoger el aparato y la tecnología adecuados o para el prescriptor conseguir comunicar todas las posibilidades de uso –más que prestaciones– del producto, también supone un desafío para los desarrolladores de tecnología, que deben coordinar sus criterios con los creadores de servicios, contenidos y estrategia comercial para encontrar el equilibrio entre los usos útiles e interesantes para el consumidor y la rentabilidad de fabricar y suministrar estas tecnologías y servicios.
Afortunadamente, a las sesiones del IGC también acudieron voces pragmáticas, que no pesimistas, que equilibraron la explosión de cibereuforia que suele vivirse en este tipo de convocatorias. Ellos explicaron lo mucho que queda todavía por hacer y las dificultades, hasta el día de hoy insuperables, que entrañan algunos proyectos. Hablaron de la necesidad de trabajar sobre el desarrollo de una nueva red con otros protocolos, pues el acceso a internet desde dispositivos móviles plantea un problema para la identificación digital, por las lagunas de conexión que surgen cuando el dispositivo conectado a la red se desplaza, de modo que, cada vez que hay una pérdida de conexión, el usuario debe volver a identificarse. En materia de buscadores, elemento clave de la red, se ha puesto de manifiesto la necesidad de mejorar en la organización de la información en categorías que sean gestionables. Y el gran reto, desarrollar herramientas que combinen un suministro de contenidos en función del perfil del usuario y la correspondiente oferta publicitaria contextual, con el respeto a la privacidad, a través de sistemas que aprendan a reaccionar en función de las preferencias del consumidor, desarrollando el podcast inteligente, los sistemas de sindicación, etc.
Por cierto, fueron ellos, los pragmáticos, quienes explicaron también que a pesar de la multitud de estrategias y tecnologías que ya se han probado en marketing móvil, se ha demostrado que el SMS es lo más efectivo. Así de simple.
Todos quieren tener y proponer ese elemento tecnológico revolucionario que vire el curso de la historia, pero desengañémonos, son muy pocas las cosas que han cambiado el mundo y éstas casi siempre han llegado a nuestras manos por casualidad. Y es que, las más de las veces, lo sencillo es la mejor elección. Mónica Daluz
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Comunicarse o morir… …localmente

Comunicarse o morir... ...localmente
OPINIÓN
SOCIORREFLEXIONES 

Las habilidades comunicativas del ser humano en todas sus formas, oral, escrita, gestual, postural, olfativa… constituyen un elemento de importancia vital para desarrollarnos como seres sociales. El hombre es un ser multisensorial y utiliza toda esa capacidad múltiple para relacionarse con su entorno; su cuerpo es, en una palabra, el mensaje. Comunicarse es un acto imprescindible, y ello hace que la interacción humana sea insustituible.
Esto le viene muy bien al comercio, ya que el aprovisionamiento, tanto el de necesidad como, y muy especialmente, el de aspiración, es una actividad en la que empleamos buena parte de nuestro tiempo y el ciudadano- consumidor debe decidir qué tipo de formato comercial le aporta mayor satisfacción comunicacional y relacional. Un estudio llevado a cabo en los Estados Unidos, imperio de los malls, ha demostrado que comprar en lo que ellos llaman “mercados de granjeros” tiene un efecto psicológico positivo debido al incremento del número de interacciones humanas que arrastra. No es ninguna novedad que la vida en las grandes urbes reduce nuestros contactos interpersonales a pesar de habitar entre multitudes.
Y es que la interacción cara a cara constituye una necesidad comunicativa, y los sustitutos no siempre convencen. En muchas ocasiones los medios virtuales nos transmiten incertidumbre con respecto a la interpretación -o sea, eficacia- del mensaje. Y no hay para menos. ¿Nunca le ha ocurrido lanzar a la red un correo electrónico y sentir ipso facto haber tecleado con demasiada ligereza el “enter”? ¿Tono inapropiado?, ¿palabras mal escogidas?… Demasiado tarde para la revisión, la reelaboración, la rectificación, el arrepentimiento en definitiva; el texto salió disparado instantáneamente hacia su destino. Sin embargo nos hemos entregado a las relaciones virtuales y buscamos el modo de suplir con la palabra la otra información, la que proporcionan la mirada, los labios, la posición de las manos o el grado de tensión en los hombros. No es posible, porque la comunicación no verbal es inconsciente, por tanto, verdadera. Mónica Daluz / pdf

Editorial. BCN desconexión

Editorial BCN desconexión
EDITORIAL

Días de estío y bochorno, vacaciones a la vuelta de la esquina…, casi todos mis colegas, entrevistados, vecinos, familiares, conocidos y, por supuesto, yo misma, llevamos semanas despotricando de nuestros aparatos tecnológicos y disertando acerca de nuestra imperiosa necesidad de perderlos de vista por una temporada, seguramente más corta de lo deseable, para dedicarnos a pasear, tumbarnos al sol o “fraternizar” con la pareja; en fin, esos asuntos a los que ya nos dedicábamos antes incluso de caminar sobre dos piernas…
Y he aquí que en Barcelona, donde esta editorial tiene su sede, y como por arte de magia, nuestros deseos se han hecho realidad. Queríamos, eso que llaman “desconectar”, y vaya si hemos desconectado. 350.000 personas hemos sido devueltas a la noche de los tiempos, como abducidas en nuestras propias casas, oficinas, calles… y en los mismos escenarios en los que ni reparamos durante la vorágine diaria, pero que hoy se nos antojan extraños, distintos, así como están, sumidos en una sorprendente, indignante e inquietante oscuridad. Sorprendente porque esto ha sido un golpe bajo, nos ha pillado desprevenidos, y ¡a una semana del éxodo estival! Indignante porque a pesar de estar viendo y viviendo a la lumbre de velas y candiles no damos crédito: si una eventualidad de este tipo era más que previsible ¿cómo es posible que no hubiera un plan de emergencia para solventarla con rapidez y eficacia? E inquietante porque puede volver, y volverá, a ocurrir…
Ha llovido mucho desde aquel 9 de noviembre de 1965 en el que un gigantesco apagón eléctrico paralizó la actividad en ocho estados de la costa este de los Estados Unidos causando pérdidas millonarias; y eso que sólo duró 14 horas… Pero la historia se repite. Hace unos meses, en noviembre del año pasado, una sobrecarga en la red eléctrica alemana causó un apagón generalizado que afectó a más de 10 millones de europeos, llegando incluso a afectar a la red eléctrica marroquí. Gajes de la evolución del sistema, o sea, de la globalización.
El fallo en el suministro de la savia que alimenta el mundo que hemos construido no nos ha hecho descubrir nuestra absoluta dependencia tecnológica; eso ya lo sabíamos antes de quedarnos a oscuras, de sobrevenir el caos en comercios y empresas de todos los tamaños. Lo novedoso del asunto es el clima subversivo que aquí se respira. Les cuento: tras las primeras caceroladas espontáneas, las gentes abogan por organizarse y aliarse para devolver, en masa, el recibo de la luz… ¿Ante la indefensión, insurrección? Y es que aquí se nos caen edificios a causa de las obras de infraestructura urbana, los trenes se retrasan, el AVE que no llega, y hasta la Sagrada Familia anda en la cuerda floja -en internet circula una simulación espeluznante de su desplome- y, simplemente, no pasa nada…
Se supone que, tras la primera fase “de parche”, con la ciudad tomada por enormes generadores y todo tipo de máquinas “abrezanjas” se buscará el modo de mejorar la capacidad de las redes de distribución eléctrica para satisfacer la creciente demanda energética, un debate que, por otra parte, ha de abordarse a escala europea. Pero ¿el objetivo no era reducir el gasto energético? Tal vez debamos aprender a convivir con esa incertidumbre de aprovisionamiento energético, pues nuestra dependencia no tiene vuelta atrás… aunque, vaya usted a saber si el personal le coge gusto a eso de los paseos estivales y a la vuelta de vacaciones envía la tecnología a freír espárragos. Pero no se apure, la temporada arranca con un plan Renove a gran escala (con subvenciones a la industria, el transporte, la edificación…) promovido por el Gobierno con el objetivo de cumplir con el protocolo de Kioto; el presupuesto para el plan de renovación de electrodomésticos viejos por otros de clase A o superior será de 532 millones de euros. Y la guinda del pastel: la previsión -permítanme dudarlo- de que en 2008 se inicie -en Cataluña- el otro apagón, el digital. ¿Comenzará la renovación masiva del parque de televisores?
Entretanto, sea curioseando los nuevos vídeos de YouTube o echando la siesta bajo la sombra de un pino, le deseo que disfrute del verano y que si decide optar por la desconexión sea ésta deseada y no forzada… Pero ahora ¡apaga y vámonos! Que mis vacaciones acaban de empezar… Mónica Daluz   / pdf

Xpresarse, libertad, cultura, identidad y tecnología

Xpresarse, libertad, cultura, identidad y tecnología
OPINIÓN
SOCIORREFLEXIONES

También tiene internet en su habitación, y como cualquier chica de su edad, necesita expresarse. Pero su caso es especial, como lo es el de millones de mujeres en su situación. Las conversaciones entre ellas son distintas a las que mantienen nuestras jóvenes. Las primeras dan gracias a Alá por disponer de la tecnología que les está cambiando la vida. Para las segundas, la tecnología es una obviedad.
Ella es antisistema o antiinjusticia, o como quiera decirse. Y sí, antes de salir a la calle elige su pañuelo. Tiene un verdadero arsenal de hiyabs, de todos los colores, y aunque prefiere los lisos también ha comprado algunos estampados, a juego con sus vestidos favoritos; los pañuelos para el pelo son su debilidad…
A nuestras chicas, la tecnología les hace la vida más fácil y divertida y a la joven árabe le regala la sensación de respirar aire fresco, de sentirse libre. Sin embargo, no deja de ser una libertad aparente, virtual, pues cada vez que se zambulle en la red lo hace escondida tras el anonimato. Nuestras jóvenes también echan mano del anonimato, pero lo hacen para jugar, la protagonista de esta pequeña historia se oculta tras un alias por puro miedo… Y ese, el anonimato, sí es el verdadero velo de su vida.
Pero algo está cambiando. Parece que ha llegado el momento de que la mujer árabe rompa su silencio. Sólo en Arabia Saudí, las mujeres suponen un tercio de todos los usuarios de la red, lo cual representa un 15% de la población, y la irrupción de los blogs hace tan solo dos años, ha significado una vía de escape a través de la cual hacer oír su voz. Sus palabras rebosan irreverencia e indignación. Se quejan de falta de diversiones para ellas, de los matrimonios pactados, de necesitar el permiso del tutor incluso para operarse, de no poderse reír a carcajada limpia en plena calle, y de la obligación de ser acompañadas hasta para ir al supermercado.
Los medios de comunicación en los países con regímenes autocráticos no abordan los temas con rigor y los weblogs causan furor entre la juventud en Arabia Saudí, Egipto, Irán, Irak o Siria erigiéndose en un espacio de libertad en un mundo Cada vez que se zambulle en la red lo hace escondida tras el anonimato. Nuestras jóvenes también echan mano del anonimato, pero lo hacen para jugar, la protagonista de esta pequeña historia se oculta tras un alias por puro miedo… Y ese, el anonimato, sí es el verdadero velo de atmósfera asfixiante, irrespirable. Sólo hay que ver los esfuerzos que los gobiernos de estos países están realizando para acallar este imparable canal para la libertad de expresión. El caso más reciente es la condena al joven blogger Abdel Karim Nabil Suleiman, por parte de un tribunal egipcio, por publicar en su página web imágenes y artículos considerados ofensivos por el gobierno del país; de nada sirvieron las peticiones de las asociaciones Reporteros Sin Fronteras(1) y Arabic Network of Human Rights a través de una carta al Ministerio de Justicia de Egipto reivindicando la inmediata liberación del joven webmaster. Mónica Daluz / pdf

© MÓNICA DALUZ 2019-2024

Mónica Daluz
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