Los sistemas de transporte y comunicación supusieron un antes y un después en la industria de la madera. La irrupción del ferrocarril sembró el planeta de traviesas de madera y la llegada del telégrafo supuso la eclosión de inacabables hileras de postes que diseñaron lo que habría de ser el paisaje de la industrialización. Más tarde, la fabricación de tableros, la evolución de la maquinaria y los procedimientos de gestión o la globalización de los mercados marcarían el camino de la industria maderera.
La madera es uno de los primeros materiales de construcción utilizados por el hombre. Con el paso del tiempo, el ser humano siguió sirviéndose de este material renovable, en la construcción de grandes infraestructuras, como las obras hidráulicas; para apuntalar minas; para fabricar envases y embalajes; para traviesas de ferrocarril; para la fabricación de muebles; o para la fabricación de tableros de fibra y aglomerados.
Los orígenes
La Revolución Industrial supuso el mayor cambio tecnológico, socioeconómico y cultural de la historia, y sus efectos, cimentados sobre los drásticos incrementos en la capacidad de producción como consecuencia de la irrupción de la máquina de vapor, se extendieron por toda Europa occidental y América del Norte durante el siglo XIX.
Las consecuencias de la entrada en escena del ferrocarril, con la línea Liverpool-Manchester, se hicieron notar en todos los ámbitos: la agricultura encontró nuevos mercados y pudo vender a distancia mercancías frágiles; las ciudades dejaron de padecer crisis de abastecimiento; los industriales pudieron concentrar sus empresas, los suministros de carbón y materia primas se realizaron en forma regular y a bajo precio… La industria de la madera no quedó al margen de la expansión, bien al contrario, el desarrollo del ferrocarril absorbe gran cantidad madera, además de hierro y carbón. Miles de kilómetros de traviesas y posterías de madera surcaron Europa y Norteamérica. Mónica Daluz / pdf
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