Sí, nos hallamos en un mundo distinto. Es el mundo de la abundancia, ese en el que los folletos de las grandes superficies anuncian sus ofertas de jamón de york junto a las de LCDs; un mundo en el que la automatización de los procesos de la industria hace que ser eficiente ya no sea suficiente. Un mundo que reivindica la sorpresa y que nos exige ser diferentes, ser únicos. Mónica Daluz / pdf