¡Que fluya la música! El medio ya no es el mensaje

Opinión. Tecnorrelato. Música y mensaje
OPINIÓN
TECNORRELATO

Atardecía. Abrí el grifo. Me quedé observando aquel poderoso chorro de agua y vi en él algo que no había visto antes. Aquella mañana entrevisté a un experto en gestión de empresas de la industria musical que me introdujo en las teorías de un fulano que va proclamando por ahí que la música debiera ser como el agua…: el grifo se abre y siempre hay agua a nuestra disposición; agua que tras refrescar nuestra piel o limpiar nuestros alimentos se esfuma a través del desagüe… y, por supuesto, no se nos pasa por la cabeza irla almacenando en bidones indefinidamente. Hay agua en la cocina, en el lavabo, en la galería y hasta en el jardín. No era nada descabellado; en realidad, tenía sentido… En eso iba yo pensando cuando de manera inconsciente deslicé la mirada por el salón viniendo ésta a caer sobre mi mueble preferido, y no porque su estética, a base de líneas puras describiendo volúmenes simplificados me conecten con las tendencias actuales y me hagan sentir que así soy una mujer a la última. No; el impulso que condujo mi atención hasta la cómoda fue lo que ésta alberga en su interior. Y es que ahí descansan en paz todos mis vinilos. ¿Desprenderme de ellos? ¡Ni hablar! Reconozco que su situación es de lo más triste, allí, muertos de asco en una estantería…, pero cada uno de ellos está vinculado a un recuerdo, a un sentimiento, a un afecto, o a alguna vivencia relevante o irrelevante, y cada portada desgastada es un pedazo de mi vida. No es sólo música; es lo que me costó ahorrar para comprar cada LP, aquellas salidas en pandilla para adquirirlos y, por supuesto, las largas horas contemplando el dócil vaivén de la aguja avanzando entre el surco cual velero sobre aguas mecidas por un incipiente mar de fondo, mientras, en simbiosis con cada nota mis pensamientos volaban lejos, muy lejos de aquella habitación de adolescente… Mónica Daluz / pdf

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